Financieramente, la ejecución en plazo de las viviendas, comporta un menor coste del capital para financiar la edificación y una rotación más rápida del mismo.
El beneficio más obvio de la construcción industrializada es la rapidez de ejecución. Cuanto mas rápido se construyan las viviendas menos van a costar, y además el promotor va a ver un mayor retorno sobre la inversión. Esto implica que se puede construir un número mayor de casas en menor periodo de tiempo, obteniendo un mayor retorno sobre la inversión.
La sistematización e industrialización de la construcción tiene como resultado la creación de economías de escala y la reducción de costes a medida que aumenta el volumen, los cuales repercuten en el promotor y a su vez en el cliente final mediante la reducción de precios o el aumento de calidades, haciendo más competitivo cada proyecto.
Al construir sin pilares, se consigue construir una mayor superficie útil y habitable, consiguiendo una vez más un mayor retorno sobre la inversión.
Además muchas aseguradoras ofrecen reducciones en las primas de seguros para edificaciones construidas con materiales estructuralmente más resistentes. Éste es el caso de las edificaciones de hormigón armado.
De cara al comprador final, se puede aumentar el “valor añadido” de la vivienda con este sistema de construcción. Por ejemplo, estas construcciones son una muy buena opción para inversores que quieren los inmuebles para alquilar ya que son viviendas más resistentes con menor mantenimiento y que durarán más años, incrementando así el retorno sobre la inversión. El hormigón requiere menos mantenimiento debido a su naturaleza (alta resistencia al desgaste). Esto también contribuye al valor de reventa de la vivienda. En general, los compradores de una vivienda quieren saber que no van a tener ningún coste imprevisto en la construcción ya que una casa es una inversión a largo plazo.